María Isabel Peralta 1904-1926




María Isabe Peralta Rodríguez, nació el 20 de noviembre de 1904 en Paihuano, a 28 km de Vicuña. Era la menor de siete hermanos. Poetisa de vida breve y trágica. Toda su existencia la pasó al lado de su madre paralítica. Sus estudios de Humanidades los realizó en el Liceo de Coquimbo, siendo directora doña Victoria Barrios de Alvarez, excelente poetisa. Terminó sus estudios en La Serena. Fue premiada en los Juegos Florales de Coquimbo. Sus poemas fueron publicados en "La Alianza" de Vicuña y en los diarios de Coquimbo y La Serena. A fines de 1925, decide viajar a Concepción, al sur de Chile. Seis meses más tarde su salud se deteriora y en los primeros días de junio, se hospitaliza para operarse de apendicitis. Una peritonitis se la llevó a la tumba el 19 de junio de 1926.
Todos los amigos de la provincia, que la querían de verdad, reunieron los versos dispersos en diarios, en revistas o en cuadernos de compañeras, agregaron el prólogo de Gabriela Mistral y solamente después de ocho años, juntaron los fondos para publicar "Caravana parda" en 1933. El artífice de todo fue, indudablemente; Munizaga Iribarren (Miguel).


Caravana parda

Se vierten los acasos
como una vena rota en los ribazos
y manchan hast el campo de la nieve
pero mi extraño mal que nadie encuentra
ha de irse, Señor, por la ancha puerta
que abre la trizadura de las sienes.
Y tú has de perdonarme
y el signo de tu amor habrás de darme:
que me sepa acogida en tu regazo.
Enferma, enferma, enfema ¡siempre enferma!
perdóname, señor, deja que duerma.
¡Cierra mis ojos turbios de cansancio!
El ala de vampiro
de la noche, que envuelve los martirios,
tú la doblas, Señor, con mano buena;
pero si el ala inmensa tanto tarda
en cobijar mi caravana parda
ha de hallar sola la escondida tienda.


Nunca

Nunca hallé el camino
la buena mano amada;
la busqué por las sendas florecidas
y la esteril llanada.
Nunca la voz que trina
me acaricio el alma;
la voz que llorea, donde mi cortijo
trémula y amarga.
Buena mano de hermano
que a mis labios sedientos,
vino de amor escancie.
Tibia y segura mano
que ha de empuñar un día
los remos de mi nave.


Unción

Leve malla sutil, el embeleso,
cercaba el aletear de las palabras.

Se buscaron las manos
como palomas blancas y sin nido.

La quietud, como un opio,
nos embriagó las almas,
los ojos y el latido.

Se buscaron los labios
y la unión se hizo lirio.

Fue la quietud y el beso de los astros
¡Y fue tu amor y el mio!


La primavera canta

La primavera canta, Amado,
canta en las rosas y en los lirios,
todo parece una guirnalda
que hubiera el mismo Dios tejido.

Canta en la escarcha milagrosa
de los almendros florecidos;
canta en las copas ondulantes
de los abetos y los pinos.

La primavera canta, Amado,
canta en tus labios y en los mios...
bésame... y queden de tu beso
como maravillados los caminos.


Me ha besado en la boca

Hosana, Hosana, Hosana...

¡Me ha besado en la boca!
¿Lo sabéis lirio hecho de cristales de nieve?
¿Lo sabéis, mariposa?

Pués habéis de saberlo
y hallaréis, amargadas
las mieles que atesoras,
cuando sepáis del albo
beso que dio en mi boca.

Hosana, Hosana, Hosana...
de panal y blancura
se desfloraron rosas,
y me sentí más buena ,
y me sentí más pura
al besarme en la boca...

Hosana, Hosana, Hosana...
por el don de esa hora.
Me ha besado:
¡Me ha besado en la boca!


Otoño

¿Recuerdas?
En tus ojos mis ojos.
con la larga mirada entristecida.

Toda quietud... El Aire
ungido del aroma de las lilas.
En tu mano mi mano estremecida.

Era tarde de Otoño,
tarde pálida
con su toca de leves gasas lilas.

¿La recuerdas? Lejana
como una pobre novia dolorida.
¡Y era Otoño en tu alma y en la mía!


La barca

La barca, la barca negra...
De plomo el mar.
Los forzados sollozan:
¡Esta condena
no ha de acabar!

La.barca, la barca negra...
De ágata el mar.
Los forzados aúllan,
crujen los remos,
solloza el mar...

La barca, la barca negra...
De ébano el mar.

Los mástiles rechinan...
¡La barca negra se va a acabar!

La barca, la barca negra...
se hunde en el mar;
los galeotos cantan,
rompen amarras...
¡Bendito el mar!

La barca, la barca negra
no está en el mar
ni están los galeotes
ni las cadenas...
¡Bendito el mar!


Cantar

Duéleme el cantar, si canto,
duéleme el reir, si rio.
Madre, porque sufro tanto
que hasta el zumo que se exprime
en mi lagar es amargo.

La herida, recién abierta ,
y la ya cicatrizada
que teñida está de rojo,
parece también que sangra.
Me duelen, Madre, me duelen...
¡Estoy toda lacerada!

No hay bálsamo para mis llagas
ni palabras de milagro.
Ha írseme la vida
como el perfume del vaso.
Madre, se me va el perfume...
¡Y ni sabrán que he pasado!


Ancla

¿Si nunca has de venir
por qué te espero,
por qué un día me visto de alegría
y otro día de negro?

¿Por qué en la rueca de oro
de mí castillo viejo y hechizado
tejo y tejo mi malla de esperanzas,
si nunca te aprisiono
entre las redes de sus hebras blancas?

Si nunca has de venir
¿por qué te espero?
¿Por qué el Mago me dijo que vendrías
del corazón, por el camino nuevo?


Corre el tren

Corre el tren. Las manos
de los postes devanan
la madeja de alambres telefónicos.

Corre, corre convulso. Sopla.
Se le tuercen los miembros
y le crujen los huesos,
como a un loco.
Las hebras grises, largas, largas.
Gris y largo, muy largo mi cansancio.

Corre el tren. La madeja
sube y baja, nunca termina,
nunca. Los párpados se cansan.

Como las gentes, se copian los paisajes,
siempre los mismos, siempre,
como acuarelas desteñidas van dentro.
Me dañan.
¡Tuerza el tren la carrera,
tuerza el tren la carrera!


Bájame los párpados

Bájame los párpados
que no vea nada;
la estrella va dentro
dentro de 1a mirada.

Átame las manos
que no palpo nada;
vacío, vacío, vacío...
¡Ciega mi esperanzas!

Bájame los párpados
átame las manos...
¡Qué se suelte el alma
como un pájaro!


Muerte

¿Quién dijo, Muerte, que era luto y sueño?
¿Qué sueño incierto?, ¿qué pavor de alas
que se remontan por el hielo inmenso?
Ni saben los poetas por qué parlan,
ni saben por qué tiemblan
ni saben por qué aman.

Eres cisterna hendida de agua fresca
que sacia esta sed de eternidades
quemadora, que riega
y socarra la carne macerada;
repaso que acomoda
mullido lecho al sueño sin mañana.

Eres más madre, Muerte, que las madres
ellas dan sus capullos al torrente,
tú acojes sus despojos y los guardas;
acunan ellas nuestros días leves
de frágiles libélulas errantes;
tú chuecas el regazo eternamente.


La tumba abandonada

Junto a la humilde cruz de mi sepulcro
siembra rosas, hermano,
que ellas perfumen su rincón oscuro...
¡Ya todas sus espinas me clavaron!

Rosas rojas, violentas,
y también rosas blancas...

Daré albor a tu estuche de seda
con la nieve de mi alma,
y rojez con mi sangre a sus corolas
de encendido escarlata...

¡Y cubrirán dos símbolos de vida
su silencio de tumba abandonada!


[¡Como he soñado con tu brazo...]

¡Cómo he soñado con tu brazo
que me estrechara como a un niño;
las noches torvas me despiertan,
buscando el tuyo junto al mío!

¡Cómo he soñado con tu brazo
que me adurmíera como a un niño,
cuando se mojan. las almohadas
en el caudal de mi martirío!

¡Cómo he soñado con tu brazo
que fuera cuna a mi cansancio
y al peso enorme de mis sienes!

¡Cómo he soñado con tu brazo
que fuerte y suave me ciñera
cuando me vaya para siempre!

esta información fue tomada de la página: http://www.angelfire.com/nj/poesia/poereg/miperalta.html

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