Jorge Teillier Sandoval (1935-1996)




Eso fue la felicidad: dibujar en la escarcha figuras sin sentido
Jorge Teillier

“La poesía es la verdadera vida”, verdad que puede ser vivida en la tranquilidad de la aldea o en el bullicio de los bares, en la soledad de los bosques sureños o de los solitarios domingos urbanos 'mirando los últimos reflejos del sol en los vidrios'”.

La concepción de la poesía propuesta por Jorge Teillier oscila entre estas dos variantes. Por una parte está impregnada por el deseo del poeta de configurar un espacio propio, de carácter mítico, relacionado con un modo de vivir particular, aquel que alude a la idea del “lar”, al lugar del tiempo perdido, y a la empresa de recuperarlo en la poesía, a través de ciertos íconos recurrentes, como el sur de Chile, los bosques pluviosos y mágicos, los trenes que se pierden en la bruma, los pequeños fantasmas familiares. Por otra, subyace la idea de la soledad urbana, los bares y los marginados boxeadores, la bohemia y ese “gastar los codos en todos los mesones” que le haría tan conocido entre sus lectores. Constante resulta además una cierta noción de desencanto en su poesía, la que, unida a otras características epocales nos revelará a un poeta perteneciente a un grupo generacional bastante influyente en la literatura nacional, la Generación literaria de 1950.

Su producción literaria comenzó en 1956 con Para ángeles y gorriones, al que siguieron Los trenes de la noche y otros poemas en 1964, Poemas secretos en 1965 y Muertes y maravillas en 1971. No obstante, es reconocida también su labor como traductor, de la que destaca su traducción de La confesión de un granuja de Sergei Esenin; como cuentista, por la que recibió el Premio Estímulo de la CRAV (Compañía de refinería de azúcar de Viña del Mar) por “Las persianas”; y como colaborador en diversos diarios y revistas nacionales. Además, impulsado por el afán de dar a conocer la poesía chilena olvidada por el canon, en 1962 publicó “Romeo Murga: Poeta adolescente” y un año más tarde fundó la revista Orfeo junto a Jorge Vélez.

En mayo de 1965, movido por aquel impulso de configurar aquel espacio mítico antes mecionado, publicó “Los poetas de los lares”, ensayo en el que revisa la obra de todo un grupo de poetas que centraron su obra en la provincia, la infancia y el respeto por las tradiciones, inaugurando una importante vertiente de la poesía nacional, la poesía lárica o de los lares.

Sus obras han sido traducidas al francés, italiano, sueco, ruso, polaco, alemán y portugués; y cuenta con dos colecciones bilingües: In order to talk with the Dead y From the country of Never-more

Texto extraído de http://memoriachilena.cl


 Para Angeles y Gorriones                                                                   



    CONVERSACIÓN "BEAT" CON ALLEN GINSBERG
 Jorge Teillier


    Para encontrarnos con Allen Ginsberg recurrimos al azar, que parece seguir siendo el mejor medio para reunirse con un poeta. Así fue como al pasar un mediodía frente al Hotel Panamericano entramos a preguntar por el líder de la "beat generation". Mientras nos comunican que debe partir de un momento a otro a Concepción, lo vemos aparecer y nos acercamos a saludarlo. Su aspecto varía entre el de predicador religioso, comerciante ambulante y guerrillero cubano: frondosa barba, melena, desaliñado atuendo y un equipaje consistente en un gran bolso de buhonero y una caja de cartón.

    Conversamos en castellano, que Ginsberg habla en forma bastante fluida. Nos explica que lo aprendió durante sus viajes por el Caribe, cuando era marinero mercante, y en su estadía por varios meses en México (Chiapas y Yucatán). Al poco rato, para ilustrar mejor sus palabras, abre la caja de cartón que nos había intrigado, y nos muestra una serie de libros de nuevos poetas y prosistas norteamericanos, y algunas revistas y folletos que nos regala, como un predicador que viene a dejar su Evangelio al sur del Trópico de Capricornio. Es característica, nos parece, en Ginsberg, una actitud de avidez y curiosidad que se exterioriza en un afán de conocer cosas nuevas (apenas llegó a Santiago partió al Zoológico, en donde se hizo amigo del oso hormiguero, y luego visitó el café "Bosco", en donde trabó amistad inmediata con algunos poetas), o de hacer proyectos como el de estar varios meses en Chile, y luego atravesar a pie la Cordillera. Podríamos llamarlo, sin temor al mosdismo, un "angurriento", calificativo criollo que quizás le sería grato, pues durante la charla se autocalificó de "roto choro".

    Nos sorprende la destreza con que Ginsberg amarra nuevamente su equipaje. Nos explica que esto se debe a que durante un tiempo fue dependiente de almacén. Actualmente ha vivido gracias a sus ingresos que le proporciona su libro Howl (8 ediciones y más de 40.000 ejemplares vendidos desde 1956. Recordemos que además en Chile hay una edición de este poema traducido por Fernando Alegría). Además, ha grabado en disco sus poemas, y hace clases de composición en un colegio de San francisco.

    Así ha llegado al éxito terreno este poeta, a los 33 años, después de vivir y escribir en el infierno –como dice William Carlos Williams en el prólogo de Howl– y recorrer una vía crusis en el cual quedaron su madre Naomi, muerta en un Hospital de alienados, y su amigo Carl Solomon, encerrado actualmente en un Hospital de alienados. Su libro –conviene recordarlo– fue perseguido por la policía en nombre de la moral, lo que lo hace emparentarse con Baudelaire y Henry Miller.

    De su conversación, asaz fragmentaria, recordamos algunas afirmaciones:

    -Mi maestro es el gran poeta William Carlos Williams. Él renovó la poesía norteamericana, rompiendo con la retórica tradicional, al escribir versos medidos de acuerdo a la respiración y no al acento. Completó la revolución iniciada por Whitman, pues Williams ecribe en versos cortos, al contrario de los versos de gran aliento de Whitman.

    -Admiro profundamente a Jack Kerouac (nuevo Buda de la prosa americana). Su último libro de poemas México Blues es maravilloso. También admiro al prosista William Seward Borrouhs, autor de Naked Lunch, y a los poetas Gregory Corso (autor de Gasoline, John Wieners, autor de Hotel Wentley Poems), y al poeta católico Phillip Lamatia. (Al referirse a este último, Ginsberg nos dice que no es un católico muy ortodoxo, pus su mayor deseo es ser papa. Por su parte, Ginsberg nos dice que a él no le gustaría ser nadie, ni siquiera Ginsberg).

    -Mi amigo Carl Solomon permanece aún en el manicomio. Está empeñado en demostrar que es mucho mejor estar enfermo que sano. Lleva cuatro años en esta broma.

    -Casi nunca me interesan las novelas. Leo principalmente prosa lírica, escrita de una manera espontánea, y poemas. Tampoco me interesa en género de la "science–fiction".

    -Detesto la política cuando veo que las grandes naciones no hace más que armarse. El verdadero camino de la salvación es el de transformar el alma de los individuos.

    -Me gustaba Fidel Castro, pero me parece mal que haya prohibido fumar marihuana.

    Sobre el tema de los narcóticos, Ginsberg demuestra sentir extraordinario interés. Averigua cuáles se pueden encontrar en Chile. Le recomendamos el chamico ("datura estramonio") que V. P. Rosales señala en su Historia como estupefaciente usado por los mapuches durante sus ceremonias mágicas.

    Ginsberg demuestra especial interés por indicarnos que él y los miembros del Grupo de san Francisco, además de otros muchos jóvenes poetas de EE.UU. están empeñados en escribir en forma "espontánea", sin limitaciones retóricas. Así el último poema largo de Ginsberg "Kaddish" dedicado a la memoria de su madre, fue escrito en una sola noche; John Wieners escribió sus poemas del Hotel Wently como una especie de diario de vida. Le indicamos a Ginsberg que hay cierta similitud con la escritura automática preconizada por el surrealismo, pero él la niega. De todos modos, es evidente cierta semejanza. Hay similares procedimientos de ataque a la literatura y al modo de vida oficial, y es así como mientras los surrealistas editaban "la revista más escandalosa del mundo", Big Tagle, revista de la cual es uno de los directores Allen Ginsberg fue confiscada por escandalosa de acuerdo a una orden judicial. Por otra parte, hay mucha admiración por Antonin Artaud –Michel Mc Clure ha publicado un libro de poemas en su honor recientemente–, y por Jacques Prévert, especialmente en su primera época.

    Una modalidad original de estos poetas es la de unir la poesía a la música de jazz. Kerouac y Ferlinghetti la iniciaron, grabando poemas con singular éxito.

    Es interesante el interés existente en el grupo de Ginsberg por lo latinoamericano. En el último número de la revista Yugens se publica un poema de César Vallejo, con una nota en la cual se dice que es el mayor de los poetas de Sudamérica. Se anuncia para este año la publicación de los Antipoemas de Nicanor Parra, por City Light –la misma editorial que publicó Aullido (Howl). Cuando triunfó la revolución cubana, varios poetas, Kerouac entre ellos, publicaron un homenaje colectivo a Fidel castro. Mientras conversábamos, llegó Lawrence Ferlinghetti, quien nos entregó un poema dedicado a pedir la renuncia de Eisenhower.

    Anunciar que va a partir el bus que llevará a Los Cerrillos a los poetas. Ginsberg se despide, anunciándonos que volverá a Santiago por algún tiempo. Se echa su bolso al hombro, y parte a difundir al sur de Chile el evangelio de la "beat generation".

    

    En Ultramar, Santiago, N°3 (04.1960), p. 3.
    tomado de Jorge Teillier: Prosas
    Editorial Sudamericana, 1999.

Archivo de Jorge Teillier en Letras.s5.com http://www.letras.s5.com/archivoteillier.htm

Rodrigo Lira Canguilhem (1949-1981)




Sólo tendrás piedras

La figura de Rodrigo Lira mantiene hasta hoy cierto carácter de mito que, muchas veces, impide valorar su obra. Sin embargo, su labor creativa expresa uno de los más interesantes caminos seguidos por la poesía chilena en el último tercio del siglo XX, sintetizando y extremando los caminos abiertos anteriormente por poetas como Nicanor Parra y Enrique Lihn. El rescate e introducción del habla y de lo coloquial en el discurso poético, la utilización de un humor punzante y negro en el interior de la obra, y la constante del factor intertextual, por mencionar sólo algunos de los puntales sobre los que se sostiene la obra de Lira, componen una creación que quebró la continuidad de una tradición poética enmarcada en la opresión objetiva y subjetiva en que se encontraba Chile durante la dictadura. Al mismo tiempo, marcó un momento de inflexión de la tradición, que le permitió a ésta seguir generándose a partir de ese momento.

Lira se consideraba a sí mismo más un “manipulador del lenguaje” que un poeta, de lo que dan cuenta muchas de sus obras, marcadas por la permanente experimentación lingüística y gráfica. Sus textos, que circularon en infinidad de fotocopias que se iban pasando de mano en mano, estaban llenos de juegos tipográficos e imágenes, que cumplían en la obra una función tan importante como las continuas referencias bibliográficas a autores y obras, y la utilización de los diversos idiomas que Lira manejaba gracias a sus múltiples estudios universitarios en lingüística, literatura y otras áreas, generalmente inacabados.

Rodrigo Lira manifestó tempranamente sus aptitudes artísticas y literarias, ingresando a la Universidad Católica en 1966 para seguir estudios en diversas facultades de esta casa de estudios. Durante el gobierno de la Unidad Popular Rodrigo Lira trabajó esporádicamente en la Editora Nacional Quimantú, de propiedad estatal, escribiendo cuentos infantiles. En 1971 se le diagnosticó la esquizofrenia que lo acompañó el resto de su vida, y que marcó fuertemente la imagen que se construyó de él.

En 1975, después del golpe de Estado, Rodrigo Lira regresó a estudiar, esta vez en la Universidad de Chile. De esos años son la gran mayoría de los textos póstumamente publicados en Proyecto de obras completas (1984), coincidiendo también con los momentos de mayor intensidad de su labor poética, asociada a concursos y lecturas realizadas en los campus universitarios, y a actividades relacionadas con la Agrupación Cultural Universitaria.

Tras su suicidio, la figura de Rodrigo Lira fue adquiriendo las características de un poeta de culto, principalmente por el carácter “maldito” que se le quiso adjudicar a él y su obra, realizándose algunos estudios y numerosas notas de prensa referidas al poeta. Sin embargo, su poesía ha comenzado a independizarse del mito, mostrando todo su valor e importancia. Como señala Enrique Lihn en el prólogo de Proyecto de obras completas, “si el objeto de la poesía no fuera el de consolarnos y hacernos soñar, sino el de desconsolarnos, manteniéndonos desvelados, Rodrigo Lira tendría el lugar que le reservamos en el Olimpo subterráneo de la poesía chilena, antes que en el escenario de la reconciliación”.

presentación de Memoria chilena



Rodrigo Lira 78 Panorama Poetico No o Los Jovenes Tienen La Palabra


Lira, Rodrigo - Proyecto de Obras Completas


Archivo de Rodrigo Lira en Letras s5 ACA

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El rasguñón letal del poeta Rodrigo Lira
por Yanko González Cangas
en El Llanquihue, 6 de mayo de 1997

Lira se olvida y aparece en cada parpadeo. Nunca dejó de pertenecer a lo que algunos llaman arbitraria poesía joven. Se cortó las venas el día de su cumpleaños número 33, en Santiago, justo el 26 de diciembre de 1981.

El "loco" Lira se movía constreñido y envenenado de su pluma. Participó de muchos encuentros literarios relevantes para su generación y óbtuvo diversas distinciones por su trabajo, entre ellas el ler. concurso literario organizado por la entonces importante revista cultural juvenil de resistencia a la dictadura: "LA BICICLETA".

Sus trabajos fueron publicados póstumamen te bajo el título de PROYECTO DE OBRAS COMPLETAS, con un largo y poténte prólogo de Enrique Lihn, poeta con el cual tuvieron una compleja amistad, signada por el desenfado y mañosería de Lihn y la locura burlona de Lira. Este en una oportunidad trajo bajo su brazo la novela de Lihn "La Orquesta de Cristal" corregida, rayada, desfenestrada y reencuadernada -casi reescrita- con lo cual se ganó el aprecio sospechoso del autor.

El poeta queda estrecho en la piel de Rodrigo Lira cuando desata su escritura. Emparentado con la antipoesía parriana, se enclava más en la experimentación lingüística. Este suicida arremete, sin complejos, con todo el alfabeto de su época, deshojando la raíz misma de su jerga juvenil y popular, revolviendo todo en un juego interminable de citas y remedos diversos donde se cruzan las situaciones más extranas y alucinantes jamás advertidas por los mortales poetas de los setenta y ochenta, casi todos atragantados con las balas recién tragadas en el 73. Lira no sucumbe y hecha a volar la sesería a los detalles poetizales más diversos, utilizandomás diversos, utilizando y recomponiendo en su propia poesía toda la escrita en Chile desde el año 1920.

Entre paráfrasis y paráfrasis, Lira construye un poema con todo lo que le pasa por delante, casi como los surrealistas que ocupaban el subconsciente y sus sueños en sus construcciones poéticas, Lira a través de sus cristales quebrados, ensarta aliteraciones, retruécanos lingüísticos, barullo, topos y flores, como si un anticucho la página fuera. Compone Lira, poemas memorables, con una destreza y vitalidad desconcertante. Escribe en sus "EPIGLAMA OLIENTALEGH":
"El ploblema/ de la poblesha paleshe/ no tenel aleglo; pelo kaleshieng do de molal ... / no ha de faltal/ lo matelial.
Lira se olvida. Se descompone la real realidad a cada parpadeo y Lira se olvida, se olvida el 26 de diciembre de 1981, pero no se deja.

Enrique Lihn (1929-1988)













Pruebo, con frialdad, el gusto de la muerte...
Enrique Lihn


Enrique Lihn, una de las voces más lúcidas de la poesía nacional, nació en Santiago el 3 de septiembre de 1929. Pese a ser conocido principalmente por su labor poética, este miembro de la Generación Literaria de 1950 supo también desplegar su discurso ácido y escéptico en el ámbito de la crítica, la narrativa, la dramaturgia, el comic y el happening, convirtiéndose en un fecundo animador de la vida literaria y cultural del Santiago de su época.

Luego de estudiar en el Saint George College, Lihn ingresó al Colegio Alemán, lo que posteriormente recordó en el poema “Nunca salí del horroroso Chile”, incluido en el poemario A partir de Manhattan (1979): “Nunca salí del habla que el Liceo Alemán/ me inflingió en sus dos patios como en un regimiento/ mordiendo en ella el polvo de un exilio imposible/ Otras lenguas me inspiran un sagrado rencor/ el miedo de perder con la lengua materna/ toda la realidad. Nunca salí de nada.”

Posteriormente, el año 1942, ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Santiago, en calidad de estudiante libre de dibujo y pintura, dando cuenta de una vocación que permanecería en él, pese a abandonar la formación plástica. A partir de esta experiencia, Lihn no sólo se vincularía al grupo intelectual formado en torno a la Escuela de Bellas Artes, sino que más tarde colaboró con diversos medios de prensa en el área gráfica, publicando incluso Un cómic (1992), obra realizada en colaboración con Alejandro Jodorowsky, en la cual Lihn ofició como dibujante.

En constante actividad, Enrique Lihn participó en innumerables proyectos editoriales, como la revista Cormorán (1969-1971) y la edición del collage Quebrantahuesos (1964). También colaboró con poemas, columnas y artículos de opinión en los diarios El Siglo, Las Últimas Noticias y La Época, así como en Revista de Arte, Cauce y Apsi. Asimismo, desarrolló una intensa vida académica, vinculada fundamentalmente al Departamento de Estudios Humanísticos de la Universidad de Chile y a los Talleres de Poesía de la Universidad Católica.

Portador de una visión crítica y descarnada de la vida y la literatura, libros como La pieza oscura fijan hitos no sólo para su propia poesía, sino que para el panorama poético chileno en su conjunto. Por su importancia y vastedad, son múltiples los artículos y notas críticas sobre su obra, tanto en Chile como en el extranjero. Enrique Lihn vuelca en su escritura las sospechas que abriga sobre los modos de representación de la realidad en el arte, así como el constante desarraigo que atraviesa sus textos, como sucede con El Paseo Ahumada (1983), libro que también expresa otra de las líneas fundamentales de trabajo de Lihn: la poesía urbana. Otra de las características fundamentales de su obra es la constante apelación al oficio del escritor y al sentido de su hacer, línea de trabajo que desarrolla en La musiquilla de las pobres esferas (1969). De sus motivaciones y concepciones en torno a la literatura y el arte quedan las Conversaciones con Enrique Lihn, serie de entrevistas realizadas por Pedro Lastra que recorren el imaginario del poeta. Víctima del cáncer, escribió hasta el último momento de su vida, a pesar de la enfermedad, de lo que surgió el libro Diario de muerte, publicado en forma póstuma por Pedro Lastra y Adriana Valdés.

Enrique Lihn falleció en Santiago el 10 de julio de 1988.
Artículo extraido de la página memoria chilena http://memoriachilena.cl


Enrique Lihn - El Paseo Ahumada
musiq

diari


Archivo de Enrique Lihn en Letras s5 ACA


Recomendamos la página que el poeta Daniel Rojas Pachas ha dedicado a la obra y el estudio del trabajo de Lihn http://poetaenriquelihn.blogspot.com a Daniel, por cierto, agradecemos los links de los libros desde su archivo de Scribd. (carrollera)



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artículo: Enrique Lihn:
Opina sobre el "caso Padilla"
La política cultural de Cuba se caracterizó, durante doce años, por su indefinición teórica y una flexibilidad práctica hasta excesiva, pero que servía a los fines de la Revolución. Mientras esta juzgó conveniente prestigiarse internacionalmente, no dejó de atraer a los intelectuales de los tres mundos; de preferencia a los que ahora llama Fidel Castro, "las ratas intelectuales" de "esas sociedades decadentes, podridas y carcomidas hasta la médula de los huesos por sus propias contradicciones". Hubo en verdad, por parte de la Revolución Cubana, una marcada simpatía hacia los visitantes europeos procedentes de París; algo comprensible, dadas las relaciones -económicas, en primer lugar- que sostiene la Revolución con el capitalismo europeo.
El Congreso Cultural de La Habana, al que tuvimos el privilegio de asistir, proliferaban artistas e intelectuales transportados, en cantidades apreciables e indiscriminadamente, desde el Boulevard Montparnasse o la isla de San Luis, al hotel Habana Libre. Y fue conmovedor ver como estos invitados de inequívoco aspecto burguesoide y liberaloide, alzaban los puños al cierre del Congreso con un gesto de Patria o Muerte, después de estampar su firma al pié de un documento ultrarrevolucionario. Esa gente estaba, acaso en mayoría, con respecto a los mas modestos representantes del tercer Mundo, pero uno podía comprender que Cuba necesitaba hacerse de buenos amigos en ciertos lugares estratégicos.
Durante diez años, un organismo llamado "Casa de las Américas" -cuya existencia y labor no ha podido ignorar el Primer Ministro- desarrolló, con brillo extraordinario, una política de intercambio cultural con todos los países del mundo, publicitando y univerzalizando a la Revolución Cubana. La Casa de las Américas relacionó a los artistas e intelectuales latinoamericanos -no siempre de extrema izquierda- entre ellos, con sus pariguales europeos o norteamericanos, y, naturalmente, con la Revolución Cubana: una buena nueva que unos y otros se esmeraron, por regla general, en propalar a los cuatro vientos. La Casa no ofrecía su amistad a los indiferentes, rompió algunas de sus relaciones por razones de principio, pero entendió que podía establecerlas sin poner como condición una plataforma común, estrecha y drásticamente excluyente. Por algo el propio Fidel Castro en sus "palabras a los intelectuales" había expresado "Todo con la Revolución, contra la Revolución, nada". La calidad del producto cultural y el hecho de que no fuera portador de una carga político-ideológica negativa, bastaron para que circulara ese producto, libremente por la Isla, conforme a un criterio tan amplio como teóricamente insuficiente. Pero la Labor concreta realizada por los intelectuales en Cuba - nacionales y extranjeros, concursantes, jurados e investigadores- alentó la creación de una genuina conciencia literaria de Latinoamérica -necesariamente compleja, diversificada- y cumplió con el objetivo de rescatar el pasado cultural de nuestro Continente, bajo una perspectiva revolucionaria. Ahora hay que preguntarse, cuales fueron aquellos libros de los cuales, por razón de principio, no debieron publicarse "ni un ejemplar, ni un capítulo, ni una pagina, ni una letra". Sería necesario ponerlos en un nuevo tipo de abrumadora lista negra.
"El grupito de hechiceros" en cuyas manos dejaron los verdaderos intelectuales -en el decir de Fidel castro- los problemas de la cultura en Cuba, son, a nuestro entender, los exponentes de un medio social que privilegió la producción cultural de un modo, juzgando ahora, incompatible con los problemas del subdesarrollo; que le garantizó un margen incalculable de libertad de expresión y que hizo del quehacer cultural, nacional, y extranjero, una fuente de prestigio para Cuba.
El liberalismo de la Revolución Cubana en lo que respecta a la cultura, en cierto modo consciente y pragmático, es la razón social de la existencia de ese "grupo de hechiceros" y de las "dos o tres ovejas descarriadas", a través de las cuales, en verdad, ha hecho crisis el modelo de democracia socialista a la manera cubana. De acuerdo con dicho modelo, habría tenido que compatibilizarse la construcción del socialismo y la libertad de criticar. Como queda demostrado, era una incoherencia pretender cultivar cierto tipo de amistades intelectuales, en el exterior y a través de un tráfico permanente, y catalogar, al mismo tiempo, como contrarrevolucionario a quienes eran, en no poca medida, los equivalentes cubanos de esos visitantes extranjeros y el producto de una política de puertas abiertas.
Finalmente, ante los problemas y los antagonismos sociales propios de un socialismo en construcción que parece haber elegido el ascetismo de las masas y el poder irrestricto de sus dirigentes, puede haberse llegado a la conclusión de que era políticamente más útil terminar con las visitas inoportunas y, en el interior, con dos o tres ovejas descarriadas. Es así como se le ha permitido al poeta Heberto Padilla dividir su vida en dos, en una celda de Seguridad del estado, acusándose él mismo de las peores cosas y declarando a ciertos viejos amigos de la Revolución -a quienes por lo demás, mal pudo Padilla invitar personalmente- de "incuestionables agentes de la CIA".
El encarcelamiento y la conversión de Padilla ocurrieron oportunamente, unos días antes del discurso de Fidel Castro al Cierre del Congreso de Educadores de su país; discurso en el cual (¿Por una feliz coincidencia?) arremete contra los "pájaros de cuenta" "que trataron de presentarse como amigos de la Revolución", contra "los intelectuales libelistas burgueses y agentes de la CIA", "ratas intelectuales" que se hundirían a corto plazo en el tempestuoso mar de la Historia.
El discurso al que nos referimos -uno de los peores del gran estadista cubano- está lleno de apreciaciones de tal modo burdas, que parece que le hubiera sido dictado, o por la pasión del momento o por una falta de objetividad -sectarismo e infantilismo- imputable a su auditorio.
Nadie pone en duda que los 2.300.000 personas que estudia nn en la Isla constituyen un éxito educacional. La participación de ésta y de todas las masas cubanas, tendría que ser desde ya un hecho, dado el éxito al que nos referimos, en lugar del proyecto de una "verdadera revolución en nuestra educación". La verdad es que se trata de promover intelectuales orgánicos, ligados, por encima de sus respectivas especialidades, a las tareas revolucionarias, pero que , al mismo tiempo, no se desvíen de la línea política trazada por los dirigentes. Se trata, además, de fervorizar a grupos juveniles, haciéndolos protagonistas de una suerte de "revolución cultural", y en un país en que se ha decidido terminar con las promesas en cuanto a los bienes materiales.
Lo lamentable de este capítulo es que para crear un fervor revolucionario concentrado en las "satisfacciones morales", sea necesario incorporar al ritual concientizador a dos o tres ovejas descarriadas, o por así decirlo, chivos expiatorios. Lo lamentable es que sea necesario sacar la castañas con la mano del gato e imputar a otros, a los cuadros de segunda línea, una política que, como la de ciertos organismos culturales, emanaba, ciertamente, desde arriba. Lo lamentable es que se promueva el odio contra una minoría insignificante y sin influencia política ninguna, como si se tratara de un grupo de mandarines o de una aristocracia del saber, semejante a aquella contra la cual se procedió en China por razones históricas específicas. Estamos seguros de que los dos o tres o el único acusado en beneficio de esta revolución cultural cubana, en el interior del país, sólo ahora es conocido en Cuba; ahora que se ha declarado "tremendamente ingrato e injusto con Fidel", dando muestras de un grotesco arrepentimiento. En cuanto a las expresiones vertidas por el líder máximo sobre los libelistas burgueses y las ratas intelectuales, no benefician, decididamente, a nadie.
Nos preguntamos por qué, en lugar de abrumar tardíamente a sus intelectuales, la Revolución Cubana no se apoyó en ellos para proyectar y sacar adelante una política cultural adecuada a sus circunstancias, sin recurrir a un verdadero ritual primitivo, hecho de ocultamientos, confesiones y mistificaciones.
La legítima aspiración por parte de una sociedad socialista, de crear un cultura nacional y popular, debe plantearse en potros términos y conforme a otros principios.

Santiago, 17 de mayo de 1971

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